Cuando alguien busca un curso de natación para adultos lo suele buscar cerca de su casa o busca algún centro aconsejado por algún amigo. Se apunta al curso de natación sin hacer demasiadas preguntas. Si tiene miedo al agua no suele confesarlo porque da vergüenza.
Cuando acude a la primera clase descubre que su instructor le trata como si no tuviera miedo y le puede proponer,, aunque parezca mentira, que salte al agua en zona profunda en la primera clase del curso.
Es lo que le pasó a Antonio. Con 63 años de edad, se apuntó por primera vez a un curso de natación. Tenía bastante miedo al agua, pero se decidió porque quería quitarse la espinita de no saber nadar.
En la primera clase su instructor de natación, ni corto ni perezoso le indicó que saltara al agua, pero le dijo que no sabía nadar y que tenía miedo a saltar. El profesor insistió en que no se preocupara que si no salía del agua, él le sacaría. El objetivo era que tras el salto comprobara que no pasaba nada y que saldría por sí solo con las indicaciones que le había dado, para que de este modo se le quitara el miedo de una vez.
Saltó, encomendándose a los dioses, salió como pudo y… no volvió más a las clases.
No parece que algunos técnicos de natación se hayan enterado todavía que algunas prácticas “pedagógicas” pasaron a mejor vida hace mucho tiempo.
Obligar a alguien con miedo al agua a saltar ( se entiende que en zona profunda ) no ya en la primera clase, sino en cualquier clase sin antes haber enseñado al alumno los fundamentos básicos necesarios, no es que sea antipedagógico es que es una temeridad.
Daré aquí, unos apuntes sobre cómo se debe trabajar para asegurar al alumno que aprenderá a nadar venciendo el miedo al agua de una forma razonable y adecuada, sin que tenga que pasarlo mal ni se lleve ningún susto.
Lo primero, aunque parezca una obviedad, es que el trabajo de enseñar a nadar para un instructor de natación es vocacional ( cualquier trabajo pedagógico debe ser vocacional ).
A partir de aquí, lo que más le importa en sus clases son sus alumnos. Que sus alumnos se quiten definitivamente el miedo al agua y aprendan a nadar. Prestando la mayor atención posible a cada alumno y corrigiéndole todas las veces que haga falta, hasta que conseguimos que haga bien el ejercicio propuesto.
Para poder prestar toda la atención posible a nuestros alumnos los grupos de las clases deben ser reducidos ( cinco alumnos como máximo por curso no estaría mal ) y el trato debe ser individualizado. De manera que, a cada alumno le enseñamos lo que necesite en cada momento, independientemente de cómo vayan o qué nivel tengan el resto de sus compañeros.
Hay que prepararse las clases y solo debemos improvisar cuando es necesario.
Nos planteamos objetivos para cada clase e introducimos ejercicios en función de los objetivos.
A cursos de natación para personas con elevado miedo al agua, generalmente son casi todos alumnos que tienen miedo al agua, pero también hay gente con un miedo natural, lógico, o incluso, gente que ya sabe nadar y lo que quiere es aprender alguna técnica específica como por ejemplo las flotaciones verticales ( flotar de pie ) o adquirir unos buenos fundamentos básicos ( flotar bien, respirar bien, habilidades acuáticas, etc. ).
Los horarios ideales, deberían ser de poca afluencia, para que el entorno o el ambiente en la piscina sea tranquilo. Este factor ayuda más de lo que parece a que el estado mental de nuestros alumnos sea el apropiado.
Antes de empezar, el instructor hablará personalmente con el nuevo alumno para saber cuál es, específicamente, su problema.
Previamente, por correo electrónico y mediante la cumplimentación de una ficha personal, nos ha debido explicar su problema, pero hablar con el alumno justo antes de meterse en el agua para conocer sus inquietudes, sensaciones, experiencias, etc. es importante.
Esta simple conversación de 5′-10′ antes de meternos en el agua no solo podrá añadir más información de primera mano sino que ayudará a la persona con miedo al agua a que se tranquilice y pierda los nervios iniciales, propios de la primera clase.
El instructor le explicará, a su vez, cómo va a trabajar y qué es lo que va a hacer durante la clase ( y qué no va a hacer, por ejemplo: no le obligaremos a saltar el primer día de clase o no le obligaremos a flotar boca arriba, ese tipo de cosas que asustan bastante a los iniciados con miedo al agua). Dónde cubre, dónde no cubre, dónde se situará para comenzar a hacer los primeros ejercicios, cómo los hará, respetaremos su ritmo de aprendizaje, podrá preguntar cualquier duda, etc.
A partir de aquí, cada docente aplicará el método que le parezca más oportuno. Pero un buen método, diseñado específicamente para personas con miedo al agua, puede ser el método nsm ( nadar sin miedo ). Esta herramienta de trabajo garantizará que los pasos que se van dando con cada alumno son los correctos, además de un control continuo de los progresos de los alumnos.
Si tienes miedo al agua ( o no lo tienes, pero prefieres estos cursos ) y quieres aprender a nadar, asegúrate que te apuntas a un curso de natación que disponga de un instructor experto en personas con miedo al agua. Es la mejor forma de garantizarte buenos resultados al final de tu curso de natación.