La natación argentina sigue fuera del agua, al menos por unos días más, después del último anuncio que dieron las autoridades deportivas del país, cuando el pasado 6 de junio comunicaron que se permitirá el regreso a los entrenamientos de los deportistas clasificados a los próximos Juegos Olímpicos, más allá del confinamiento que atraviesa el territorio nacional por el brote de coronavirus.
La única nadadora residente en la Argentina que ya tiene marcas FINA para Tokio 2020 es Delfina Pignatiello, protagonista decisiva para convencer a los dirigentes del deporte sobre la reapertura. La tricampeona panamericana ya se había expresado en redes sociales y algunas esporádicas apariciones públicas, ansiosa por volver al agua. Pero en una entrevista televisiva con un canal de noticias sorprendió a todos con su confesión, visiblemente afectada por las 11 semanas fuera del agua: “Pienso en no estar tal vez en los Juegos Olímpicos“.
Sus declaraciones tuvieron eco muy pocas horas después, justo cuando el gobierno argentino encaraba un nuevo anuncio para extender la cuarentena en gran parte del país, fundamentalmente en Buenos Aires y alrededores, al menos hasta el 28 de junio. Y finalmente el último sábado se declaró oficialmente la excepción para los deportistas de alto rendimiento en el comunicado que se puede consultar aquí.
En el caso de la natación, la Confederación Argentina De Deportes Acuáticos (CADDA) ya había publicado su propio protocolo para la reanudación de las prácticas en las piscinas, cuya aprobación depende de los ministerios de Salud y de Deporte de la Nación.
La autorización para volver al agua alcanza a un grupo reducido de 6 nadadores de la Seleccción Argentina: además de Delfina Pignatiello, viviendo en San Isidro, muy cerca de Buenos Aires, están incluidos Federico Grabich en Rosario, Gabriel Morelli en la ciudad de Santa Fe, Virginia Bardach en Tres Arroyos, Macarena Ceballos y Andrea Berrino, ambas en Córdoba.
A estos atletas ya les fueron requeridos los datos necesarios para ejecutar el protocolo, las piletas donde se entrenarían y otros detalles como el traslado al lugar. Sin embargo, por distintos motivos de logística en cada ciudad, la fecha concreta de reinicio a la actividad se demora, y se aguarda que el tema pueda resolverse entre esta semana y la próxima.
Teniendo en cuenta que el 16 de marzo ya se cerraron las puertas del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), incluido el natatorio que lleva el nombre de Jeannette Campbell, ya son 84 días seguidos sin nadar para todos los integrantes de la Selección Argentina.
Entre los nadadores instalados en Córdoba y Santa Fe, las únicas piletas disponibles serán aquellas que dependen de organismos municipales. En Buenos Aires, si bien se comunicó inicialmente que algunos sectores del mismo Cenard podrían quedar habilitados nuevamente, otros inconvenientes en el funcionamiento de la piscina del complejo obligarían a Delfina Pignatiello a tener que nadar en una pileta del partido de San Martín, en las afueras de la capital argentina.
Cabe aclarar que los otros nadadores argentinos ya clasificados a Tokio 2020 que sí pudieron retomar sus entrenamientos son aquellos que viven en el exterior: Santiago Grassi volvió al agua hace ya dos semanas en una pileta municipal de Alabama, Estados Unidos, donde reside y compite para la Universidad de Auburn. Allí aguarda novedades sobre una inminente convocatoria a la próxima temporada de la Liga Internacional de Natación (ISL).
Por su parte, Julia Sebastian también pudo retomar las prácticas en los últimos días de mayo en Belo Horizonte, Brasil. Hacia allí se trasladó el año pasado, a partir de su llegada al Minas Tenis Club.
Argentina se mantiene como uno de los países con menor cantidad de infectados en promedio de población dentro de Sudamérica. Hasta el momento, se registraron 23.620 positivos de COVID-19 y fallecieron 693 personas.